Otra historia corta y sustanciosa, El bote vacío…Por favor lee con atención…hagamos de este un momento mindfulness.
El bote vacío
Un monje al que le gustaba meditar en silencio, decidió un día subirse a un bote y remar hasta el centro de un lago. Allí estaría mucho más tranquilo y podría meditar mejor. Ya estaba en el centro del lago y cerró los ojos. ¡Qué paz se respiraba!
Pero de pronto, cuando estaba en la fase más profunda de sus reflexiones, algo golpeó su barca y le desconcentró. Le molestó tanto que pensó:
– “En cuanto abra los ojos, se va a enterar la persona que me golpeó”.
Estaba tan furioso… Sin embargo, al abrir los ojos, solo vio una barca vacía, que seguramente arrastró el viento a la deriva hacia allí. Entonces se dio cuenta de que la ira no venía del exterior, sino que residía en él.
– “Cada vez que me enoje con alguien- pensó- recordaré que ese enfado está dentro de mí“.
Historias para meditar y gestionar las emociones
Recuerdo un refrán de un profesor en la facultad “Lo bueno si breve, dos veces bueno”, creo que el cuento El bote vacío es a lo que el profesor se refería, una lectura corta con un mensaje sencillo y profundo a la vez.
Hay una frase atribuida a Buda que reza “Aferrarse a la ira es como beber veneno y esperar que la otra persona muera”, esta sentencia y El bote vacío nos enseñan lo mismo: la ira nace y está dentro de nosotros y a nosotros daña. Permitimos que circunstancias externas que por definición no podemos controlar nos saquen del centro y generen entropía mental ¿Por qué otorgar ese poder, por qué ceder la tranquilidad mental a agentes ajenos a nosotros?, pregúntate si merece la pena.
Cuando me enojo utilizo una técnica, y es preguntarme si dentro de un año, 3 años o al morir aquello por lo que me he enojado tendrá importancia. La respuesta típica es no, no tendrá importancia, entonces ¿Para qué dársela ahora? Luego enfoco la atención en una actividad productiva y sigo con el día.
Mi temperamento es fuerte y una pulsación natural que debo regular es el enojo, por fortuna la meditación es invaluable para lograr esa gestión emocional, me permite por un lado ser consciente de las emociones cuando empiezan a surgir lo que facilita la gestión desde un punto en que no es tan intensa, y por otro posibilita un cambio de chip al interiorizar que puede ser una mejor versión de mi misma si lo quiero realmente y trabajo por ello. Así en vez de identificarme como una bravucona sin remedio, me identifico como alguien de temperamento fuerte que tiene el control de gestionar sus emociones. La percepción de nosotros y de las circunstancias que enfrentamos tiene un impacto enorme en la calidad de vida.
El crecimiento personal no es gratis y no se da por arte de magia, sin embargo es 100% plausible, hay algo llamado neuroplasticidad y algo más llamado neurogénesis, ambas pueden generar beneficios para ti siempre y cuando se adquieran los hábitos necesarios para ello, el ejercicio y la meditación son fundamentales.
Para gestionar la ira o el enojo a través de meditaciones guiadas puedes intentar el bloque mindfulness dedicado a la gestión de emociones, en ese grupo encuentras la meditación de la montaña o confraternizar con las emociones.